Caldo de cultivo

25.2.05

Problemas tècnicos

No es que este blog vaya en decadencia, es simplemente que tengo problemas con mi explorer, asì que no esperen posts sino hasta que todo se arregle..

Saludos.


Por cierto, es verdad que el amor sì se acaba...

Yo: "¿Te fijas qué gracioso es que cuando uno se enamora siente las cosquillas justamente en la boca del estómago y cuando ya el amor revienta se siente algo como quebrado por acá arribita?" -y mientras lo digo señalo donde pienso que va el corazón-.
Lu: "...aja..?"
Yo: "...Yo creo que nada más sucede que algo se desacomoda".

21.2.05

Oro y la ponzoña mataguachos

De entrada ya sabía que iba a ser un día largo; anteriormente ya habíamos tenido ensayos tan largos como éste, pero habría sido el hastío de continuar con esto sin verle fin ni descanso, lo que nos hacía venir quejándonos de la macabra y explotadora jornada teatral que íbamos a tener.

Comenzamos con el ensayo de Danza para el concurso a Mazatlán donde los organizadores de éste, nos conectaron un fabuloso revés en la convocatoria, así que tuvimos que hacer cambios drásticos en lo que teníamos en mente -pero quedó mejor, no lo niego-.

El trabajo comenzó alrededor de las diez de la mañana y pretendía continuar sin fin hasta las cinco o seis de la tarde, así que, arbitrariamente, nos dimos una hora para ir a comer quesadillas y burritos de mashaca y carne con shile de San Pedro; ahí tuvimos un encuentro curioso (Paréntesis).

Lo sé. Obviamente el esfuerzo físico y los burritos no se conjugan bien (a menos que estemos hablando de vientres necios y ceñidos con mala disposición para evacuar), así que era de esperarse que me sintiera marrano o nauseabundo en el ensayo. Y así fué, que momentos antes de comenzar todavía traía los burros en la traquea.

Le comenté a Eva -la de teatro- que me diera tiempo para que asentaran los burritos porque me sentía con ganas de vomitar. Mientras tanto hice un par de llamadas por cuestiones ajenas al ensayo donde, curiosamente, ignoré un ligero piquete detrás de la pierna (pensé que seguramente era uno de esos dolorosos vellitos enterrados). Terminé de llamar y me fuí a sentar a esperar digerir los burritos o echarlos por la borda.
Minutos después los brazos comenzaron a hormiguear, después las piernas, hasta que esa sensación me llegó a la cara. Ricardo -el de música- inmediatamente preguntó si algo me había picado y recordé el falso pelito enterrado; no quedó de otra más que pensar que un bicho malencarado me había echado su ponzoñoso veneno. En el momento el Tiago me trepó a su carro con Eva y salimos rumbo al CIMA.

El camino fué confuso: el vaivén del carro, el adormecimiento de las extremidades, el letargo que me hacía cabecear, el sol mirándome ardiente sobre la cara, la plática forzada de Tiago por no dejarme dormir, la sonrisa que complicadamente lograba esbozar a cuenta de la plática de Eva y el sonido gutural, denso y cavernal que comencé a oir al llegar a las puertas del hospital; me ayudaron a llegar a emergencias porque la taquicardia, la respiración acelerada y las piernas adormecidas me hacían caminar como mujer a punto de parir.

Me metieron a un cuarto con aparatos, me pusieron el tubo de oxígeno (que huele bien rico) en el bigote y cuando la respiración y la taquicardia se calmaron me comenzaron a preguntar qué pudo haber sido. Ya recostado y más tranquilo procedieron con la parte más horripilante del momento: meter el catéter para el suero.

Después del terror, solamente quedó dejarme llevar por el antihistamínico que poco a poco me adormecía y recibir un par de visitas de Lupita mi vecina y la lindísima amá de la Sofía, con quienes me costó trabajo mantener conversación mientras se me cerraban los pesados párpados. Mi madre llegó minutos después con el nerviosismo y seriedad de una madre preocupada, para confirmar que ya todo estaba bien y arreglar el abusivo pago del servicio hospitalario.

No hubo catástrofes ni desgracias. Solamente no puedo comer pescado ni lácteos hasta mañana.


La sensación de mayor plenitud y felicidad que uno puede tener, es recibir mensajes, recados, llamadas y un pastel al llegar del hospital; gracias a esa gente. Y gracias de igual manera a los que, por otras causas, no pudieron contactarme, pero que de igual manera se preocuparon; gracias.

*Paréntesis Febrero 21

Un sujeto confianzudo nos abordó mientras le entrábamos a la gordura. Se sentó en nuestra mesa sin darnos chance de contestarle el brevísimo 'con permiso' y se presentó como rehabilitado de Alcance Victoria con discurso largo y obstinado en conseguir lo que quería:

- "Bueenas taardes jóovenes, vengo de Alcaance Victooria... -y siguió hablando sin que dijéramos nada- ...en este lugar todos noos ayudaamos paara pooder salir adelaante... -habló de su vida- ...miren, yoo estaaba mal, toquée fondo, pero Diosito es bueeno... -mi burro se estaba poniendo frío- ...Él deecidió que yoo tomara este caamino para pooder daarme cuuentaa... -más desgracias- ...yo quieero ser una peersona de bien y Él lo sabee... -parecía que nunca iba a acabar- entonces yo veengo entonces aaquí con ustedes a daarles estas suculentaas, apapachables, deliciosas (...) paletas... -tenía dotes de vendedor castrante y necio- ...es una ayuda para que nosotros podamos salir adelante en este mundo... -en ese momento pasa despidiéndose de mí, un tío que también le estaba entrando a los burritos y el sujeto lo incluye a gritos en la conversación- ...hey! God bless you! God bless you everybody! Ya' know whata' mean?-todos soltamos la carcajada, incluso mi tío- "

No tenía una mala pronunciación. Pero su catálogo de frases simulaba un memorizado collage lingüístico entre pochismo fronterizo y un balbuceo afroamericano con cierto slang.

La conversación terminó cuando, tras las risas por su bilingüe técnica de ventas, notó nuestra disposición de llevarnos unas paletas.

Le dimos diez pesos por las tres paletitas y nos dijo de nuevo "God bless you!"

18.2.05

'Sonata Pathétique'

Me metí a bañar y me lavé el pelo.

Pero el chorro de agua me vino poniendo blando... Me vino poniendo suavecito e indefenso.

Ya con la piel bien abierta, escondido y bien seguro en el cajoncito de mojar, fácilmente me traicionaron las rodillas, brincaron los espasmos abdominales y se me escurrió el silencio que con tanto cuidado estaba guardando.


...qué patético es llorar en la regadera: es trampa, pues uno no puede presumir cuán húmedo fué el llanto... (Es como hacerse pipí en la alberca)


Y a la mierda con el silencio de los orgullosos... (A mí me cuesta tener un poco de orgullo)




Pero bueno, ya estoy limpio y voy a la calle.


(...que exquisito escape silencioso... que delicia soltar todo y largarse...)

15.2.05

Maybe departure's good...

Makes room for more.

14.2.05

Abajo, R, Arriba, L, Y, B.

Ahora me la pasé bien erótico.

Ensayo, risas, carnita asada, bailongo sabroso y llegar tranquilo a la casa.


Solo que traigo esa nostalgia por el estrit faiter dos, por el abuket y el tatatatiuget (a güebo que el Ryu era la mera mata y quien diga lo contrario está tarado).

Esa sensación...

La palanca grasosa junto a los seis botones chasqueando. Los puñotes y la sonrisa de imbécil del Balrog. El choriuken con el que el Vega, de mayitas, pelo güero y amariconado, caía de espaldas con el "ooh! ooH! oooohh!" rebotando en cámara lenta dos veces, y al terminar de caer salía la ínutil puntuación que nunca importó realmente. El maricón del Sagat que se alejaba a tirarte su podercito sin parar, y que se acercaba a recibirte con un patadón en la chompa (casi siempre me hacía continue). Hacer la 'u' con el botonazo veloz y la certeza de que el Bison se la iba a pellizcar ésta vez -pero casi siempre era bien rápido y me llegaba a matar alguna vez-. Las manos sudadas y la sonrisota decepcionada por los asquerosos finales de cada uno.

Creo que el Blanka siempre me impresionó, pero hasta la fecha su nombre me causa cierto desconcierto; si lo pienso bien, se llama igual que la amá del Charly y eso me causa cierto ruido (me perturba imaginarme al Blanka, tan eléctrico, verde y poderoso, con el peinado de la amá de Sharly preparando galletitas de germen de trigo con el Anselmo... Blankita de Hernández? Dios... mi niñez casi se esfuma).

Por otra parte, no sé cómo había gente que usaba al retrasado del Dhalsim; siempre que lo usaba me hacía apagar el Super Nintendo por su irritante lentitud. Y ni se diga del enorme animalón del Zangief, que con tal tamaño ni los abukets podías brincar.

Al Honda yo le tenía cierto respeto -creo que porque siempre me quedé pensando que escondía el secreto de que este panzón se pudiera meter a la tina de su mundo-. Después recuerdo que dejé de creer en la intrigante leyenda de la tina con una decepción tal como cuando me enteré de que uno no podía correr más rápido solo por tener tenis de carrito. Aunque bueno, el Honda tenía el golpe de las manitas rápidas -bien fregón-.

La Chun-Li me gustaba por bonita ^^ ...aparte, su tatatatiuget al revés y sus chonguitos eran la mera sensación.

El Ken nomás se justifica en la historia pa' poder tener mercado racista (y da la casualidad que el güerito con su Ferrari rojo se llamaba igual que el 'jale' de todas las barbies güeras).

En lo que respecta al Guile, su patadita pa' arriba (la fabulosa medialuna) no ha podido ser superada por ningún otro moviento de cualquier otro juego. Eso lo hacía casi tan elegible como el Ryu, a pesar de tener una historia tan -pero tan- gringa como lo era la muerte de su amigo Charlie en la guerra (Charlie? Blanka? Creo que hay alguna conexión aq).

Ay la nostalgia...

13.2.05

Urrgghh... Domingo temprano.

Ah... La monotonía...


Quiero no hacer nada. Pero ni purrún, tengo que irme a ensayo.

No hay nada sobre qué hablar, pero háganme muchos comentarios aquí pa' entretenernos con tarugadas y animar este post ^^

10.2.05

El Salvador

El dedo sobre la boca es el juego de callarse y esconderse.

El dedo sobre la boca es meterse bajo la cama, huir corriendo de la metralla y del plomo, con cazuelas sobre la cabeza y el chamaco envuelto en llanto.

El dedo sobre la boca son los cabellos revueltos sobre la cara de la niñez transformada, sobre la ropa hecha jirones y sobre las rodillas manchadas de pólvora por tanta apuesta de canicas en las calles de la guerrilla.

El dedo sobre la boca tapa los agujeros en las casas de cartón, donde se cuela la lluvia, la arena y la pena. Tapa también los orificios por donde la verdad escapa gritando con desespero, por donde se miran las mesitas y sillitas de madera podrida, abandonadas a la desesperanza.

El dedo sobre la boca tiene miedo de hablar fuerte y claro de los platos vacíos, de las suelas desprendidas, de las manitas tersas e inocentes arracándose la piel por la fiebre.

El dedo sobre la boca no duerme tranquilo con los ojos húmedos y la piel desnuda, con la panza llena de lombrices y la boca llena de hambre.

El dedo sobre la boca quiere quitarse sin cuidado.




"Usted no lo va a creer, pero hay escuelas de perros, y les dan educación pa' que no muerdan los diarios. Pero el patrón, hace años muchos años que está mordiendo al obrero" --Casas de cartón.

7.2.05

Las perradas selectivas del Gordo

Ya venía fallando cuando iba al Tec rumbo al examen de Mercados y probablemente fue gracia divina que se apagara un par de metros después de la caseta, al entrar a la escuela. Pero solo resolví prenderlo de nuevo y estacionarlo lo más cerquita posible.

El examen fué una obscenidad, un insulto -tan cabrón como pudiera ser posible-, así que mi ánimo no era de lo mejor; y adentro, traía yo un desorden endócrino que punzaba mi humor incesantemente.

Al salir, cercano a las 8.30 de la noche, la Paloma venía conmigo con su metralla de quejas y malestares sobre el examen. Ni siquiera la oí. Es que el Gordo me traía preocupado, pues seguramente me iba a dar problemas y había que llegar pronto a casa para estudiar para el siguiente examen, tempranito al día siguiente.

En efecto dio problemas...

Después de la primera curva, enfrente de la gasolinera "El Piloto", el Gordo estiró la pata y se quedó náufrago sin siquiera poder entrar en un acotamiento. Ahí trepados, la Paloma y yo hicimos las respectivas llamadas para avisar de la demora mientras esperábamos que sólo fuera un malfuncionamiento temporal.

Pero esperamos -mucho- y no avanzó más...

Resultó mera casualidad que la Luapa y la Flor iban rumbo a la escuela a esas horas (dicen que pa' recordar viejos tiempos, pero esa no me la trago, otras intenciones malandrinas traerían), así que eché la llamada de auxilio, sin esperar recibir la ayuda mecánica que curara al Gordo, sino más bien para tener compañía, ideas y carro para llegar a la ciudad.

Un carro de la policía municipal y otro de la federal pasaron saludando sin detenerse mientras que yo sonreía con aires de "chinguen a su madre patrullitas de coño". Así que, opté por pedir ayuda en la gasolinera, donde me dijeron que enfrente había un taller mecánico.... Error.

La Flor tuvo la descripción perfecta de la atmósfera alrededor de aquel taller oscuro y tétrico, plagado de trailers viejos que simulaban haberse muerto en el camino y de maquinaria enorme y oxidada que parecía esconder secretos inimaginablemente horripilantes. Ella lo dijo así: "Texas Chainsaw Massacre"
En el portón del terreno oscuro había una casita rodante vacía donde ladraba un perro negro enorme y, junto a la carretera, una capilla religiosa de puertas de madera desvencijadas que dejaban entrever velas encendidas en su interior.

Entramos con horror al terreno circundante, pero un personaje nos salió al paso, controlando al perrazo negro y alumbrándonos con su lámpara. Solo nos invitó a retirarnos y a buscar en la capilla al velador que dormía dentro.

Salimos sin queja alguna. Y desde mi lugar afuera de la capilla dije "buenas noches" varias veces, viendo las velitas titilar vigilantes de la oscuridad. Nadie contestó... Fué hasta la cuarta vez que un gruñido inentendible y molesto, de alguien -o algo-, me contestó poniéndome en la boca una sola plegaria: "Que no se enoje! Que no me mate!".

Pero en lugar del sanguinario canibal que esperaba, solo salió un tipo chaparro y bigotón -hasta ciertamente gracioso- que dijo que los mecánicos llegaban hasta la mañana siguiente.

Así que minutos después llegó el hermano de la Paloma, quién metió mano mecánica por ahí y por allá, hasta que logró hacer que prendiera. Y aunque a duras penas podía avanzar, fué así que resolvimos llevarnos al Gordo a diez kilómetros por hora hasta llegar a la casa.

Solo me queda ir con el mecánico a que le cheque el resfriado a este carrote anciano y mimado.

6.2.05

Desafiando el oleaje

"En Macondo comprendí, que al lugar donde has sido feliz, no debieras tratar de volver..."

--Peces de Ciudad... (que perdieron las agallas en un banco de morralla.. Que nadan por no llorar.)

5.2.05

Agua de piedra

Jesús Pedro es un roble enorme y fuerte como de un metro noventa y corpulento, pero tiene sentimientos tan frágiles como papel maché; está deshecho y se siente culpable porque nunca le puso mucha atención a su hermana, Sandra.

...ella se murió hace algunos días, pues no pudo contra el cáncer.

Jesús Pedro me contó que su hermana tenía una perrita de edad. Cada mañana, ésta metía la nariz entre el brazo de Sandra y la cama, para recordarle, con un par de lamidas, que era su hora de salir a husmear por las calles.

Pasearon todas las mañanas durante siete años...

Pero ahora con esto, Jesús Pedro tenía que llevar a la perrita a ver a Sandra "para que se despidiera", dice él. Y en el mismo ritual de cada mañana, ésta metió la nariz entre la mano y la cama donde Sandra estaba recostada pálida y fría.

La sensación de un cuerpo sin vida es una idea tétrica y majestuosa que se vierte como agua de piedra, asfixiante y congelada sobre el torso y el espinal. Tan definida, tan espantosa.

Así que la perrita dejó de insistir en llamar a Sandra. Entendió que no se iba a levantar.

Sin embargo, durante dos días aulló sin parar hasta que se quedó dormida. Y hasta ahora, suele suceder que recorre la casa un par de veces y vuelve a aullar por horas.

2.2.05

Dije: "¡Alairg...! Ya me cargó..."

Cuando entré al salón y ví a todos bien sentados con sus lápices y calculadoras mientras se interrogaban mutuamente con animalesca desesperación, fué clarísimo que iba a tener examen... Hasta ese momento lo supe.

Obviamente no pregunté nada... Eso sería suicidio social, autonombrarme tarado, regalar fábulas de imbecilidad para todos.

Yo me había levantado tranquilo el día de ahora; leí un rato, hice un poco de tarea, comí y toqué también. Estuve pensando en ir al gimnasio, pero "naaah! ahora será día de descansar"; ni modo la goeba es grande.

Sin embargo, la estupidez de descuidar la memoria y la agenda, estaba ahí, evidente: podría haberme negado alegando que mi religión no permite contestar examenes después de que oscurezca, o tomar el celular e inventarme una llamada de Markwood que pide papel de baño urgente, o hasta quizá embarrarme de golpe contra la pared, fingiendo un ataque epiléptico con babita y espasmos -todo el kit-.

Pero me quedé solemne (y resignado)...

Y la gloria de aquellos que tienen la conciencia limpia de no embarrar los mocos bajo la mesa triunfó! ...fué un examen deliciosamente fácil de 10 preguntas y un problema sencillo -gracias a la virgencita santa que la ñoñez y la necedad por preguntas irreverentes capturaron con velcro, un cachito suficiente de información pa' sacarme un 100 grandote ^^.

Ahora tengo un examen menos y una estupidez que me prevenga de no volver a cometerla...