Caldo de cultivo

10.2.05

El Salvador

El dedo sobre la boca es el juego de callarse y esconderse.

El dedo sobre la boca es meterse bajo la cama, huir corriendo de la metralla y del plomo, con cazuelas sobre la cabeza y el chamaco envuelto en llanto.

El dedo sobre la boca son los cabellos revueltos sobre la cara de la niñez transformada, sobre la ropa hecha jirones y sobre las rodillas manchadas de pólvora por tanta apuesta de canicas en las calles de la guerrilla.

El dedo sobre la boca tapa los agujeros en las casas de cartón, donde se cuela la lluvia, la arena y la pena. Tapa también los orificios por donde la verdad escapa gritando con desespero, por donde se miran las mesitas y sillitas de madera podrida, abandonadas a la desesperanza.

El dedo sobre la boca tiene miedo de hablar fuerte y claro de los platos vacíos, de las suelas desprendidas, de las manitas tersas e inocentes arracándose la piel por la fiebre.

El dedo sobre la boca no duerme tranquilo con los ojos húmedos y la piel desnuda, con la panza llena de lombrices y la boca llena de hambre.

El dedo sobre la boca quiere quitarse sin cuidado.




"Usted no lo va a creer, pero hay escuelas de perros, y les dan educación pa' que no muerdan los diarios. Pero el patrón, hace años muchos años que está mordiendo al obrero" --Casas de cartón.