Caldo de cultivo

28.12.05

La señora araña

La señora araña tejía su telaraña en mi regadera.

Andaba despreocupada, toda patona y larga, haciendo pendientes que toda señora araña hará a las once de la mañana.

De un brinco, salió entre la cortina, esquivando hábilmente las gotas que le caían. Y como resorte que hacían sus patas, se alejó presurosa a donde el agua era menos violenta.

La miraba de reojo mientas me enjabonaba la cabeza; se claramente que esa vieja bicha iba a esperarme a que estuviera cegado lavándome la cara para atacar con sus patotas largas. Me lavé todo el cuerpo antes y cuando dejé la esponja para la espalda, la señora araña atacó traicionera por la espalda.

Se acercó veloz y silenciosa por la orilla bajo la cortina y se detuvo con mi grito poco masculino. Tomé armas y entablé batalla feroz con la enemiga de mi tranquilidad. El bote de champú resbaló con el primer ataque, solo me quedé con la cubeta azul en la mano izquierda, la menos hábil.

Hizo un par de acercamientos intimidadores y contraataqué con un cubetazo. La desgraciada comenzó a subir la pared; seguramente iba a aplicar un ataque aéreo, el cual, en mi inofensiva desnudez, sería más certero. Pero fué antes de llegar a la mitad cuando la alcancé y cayó bajo la cubeta... La había vencido, ¡ja!

Terminé de secarme y la descubrí cerca de la cortina, preparando el próximo ataque con cautela. Se veía la venganza en sus movimientos y el odio en sus ojos, que era todavía más tomando en cuenta que son ocho.

...Ante tal desafío, tomé mis calzones y emprendí la retirada sin mirar atrás.

"Que otro bañista tome el riesgo" -pensé-.

21.12.05

El cortado

Para los preguntones:

Sí me operaron.

Sigo teniendo dos güevos.

16.12.05

Gasolina

Hoy le puse 11 pesos y me vieron con cara de miseria.

15.12.05

Buenas intenciones

Viene bigotudo sobre la calle, con mochila al hombro y un bastón de latón; miraba a la nada, y así uno adivina que es ciego.

Se perdió buscando la parada del camión que estaba a escasos pasos de su mano derecha, pero es que hay que entender cuán fácil se pierde cuando no mira; cuando no puede mirar.

Con invitaciones de ese tipo uno se siente actuar de mal gusto si solo se sigue de paso con su rumbo fijo, sordo ante la petición del ciego.

Me siento a esperar el camión que fuera al tianguis. "¿Tú le haces a las drogas?", me pregunta. "No, no le hago". "Yo me quedé sin mirar por eso. Por el resistol".

Y cuenta que se hundía con dolor por sentirse inútil, acabado, hombre de fin, perdido. Pero también cuenta que está contento porque ahora puede valerse por si mismo. "Brother, le doy gracias a Dios. Él me permite salir a vender dulces todos los días. Tengo piernas, tengo brazos". Se atisba, bajo el bigote, la breve noticia de una sonrisa que parece salir, pero se queda en boceto, desdibujada, poco intencionada.

"Este camión que viene a lo mejor va al tianguis" le digo. "A ver si me da quebrada". Se sube golpeando el escalón con el bastón y sin pronunciar palabra se va.

En la primera calle el camión gira a la derecha. No iba al tianguis. Mierda...

2.12.05

Entonces él dijo...

-"¡Atrás vampiro!"

Y el vampiro le contestó:

-"What?"



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