Caldo de cultivo

18.8.06

Los caminos de regreso

De noche nadie olvida, ni por dolorosos, los caminos de regreso.

17.8.06

Antes de abrir los ojos

Éramos tres sujetos. Él, ella y yo. Pero en ocasiones se aparecía otro más. El día estaba gris; anunciando un aire tétrico y hostil. Parecía una pista de aeropuerto, elevada, haciendo que el mar golpeara en sus paredes como riscos. El mar también era gris y espumoso. Caminamos hacia la orilla de la pista, quizá para ver el mar. Vimos una cornisa, rodeando el edificio a cierta altura, donde el agua golpeaba; amenazaba tener cuidado. Venía aterrado por el vértigo. Él y ella, venían sin cuidado, se tomaron de la mano, tuve celos, yo tenía un bastón de viejito, él bromeó sobre el gobierno y los mantos freáticos. El mar por un momento pareció de plástico, duro y plano. El sendero comenzaba a ponerse gótico y rojas las tramas de las ventanas. Encontramos una puerta para entrar. Yo sabía que era una mansión; no se por qué. La entrada era para un cuarto de televisión, oscuro y con recovecos. Todo estaba en silencio. Minutos después, un niño pálido salió por una puerta y besó al otro más que en ocasiones se aparecía; el niño corrió y el otro se tornó grisáceo, casi moribundo y sabíamos que ya estaba perdido. Me asomé para buscar al niño. Aventé cosas y arreglos florales, con coraje y temor. En el reflejo de un cuadro de cristal, alcancé a ver la pierna de una mujer anciana subiendo por la escalera. Me asomé y, con terror, miré: dos viejos pálidos mirándome, recelosos, anunciando cuidado. Seguro nos íban a matar. Me levanté temblando y no sé qué significa.

13.8.06

Pum. Screeech. Crash.

Hoy me cayó encima una Silverado.

Paro en el semáforo. Mira te voy a poner una canción. Cambio de canción. ¡Uy! en francés, qué fregona. Eh güey, ¿en cuanto vendes el estéreo viejo?, En ochocientos, para el polarizado pues, Pues no esta caro, Si ya se. ¡Aguasssssssssssssssss! *¡Crash!*

...Y una Silverado ya esta sobre el cofre del carro. ¿Todos están bien?, Sí, al parecer nadie está grave, ¿Traigo sangre en la cara?, Cálmate Claudia, todos estamos bien, ¡Se está tirando la gasolina!, ¡Güey no te metas al carro!, Voy a quitar las llaves ¡perame! Oye, ¿qué onda con el seguro? El otro va a pagar.

Según testigos, la Silverado se pasó el semáforo en rojo. Otra camioneta la golpeó de lado, la lanzó hacia nosotros y después de golpear el camellón, brincó hacia el cofre de mi carro, sobre el lado del piloto. Excepto por los esguinces cervicales del Beno y la Claudia, el papeleo de seguro, los chequeos médicos, el radiólogo reggaetonero y el hambre excesiva, fue un buen día: Aprendí qué se siente chocar duro (Se oye bien chistoso el metal arrugándose ^^).

7.8.06

Hermosillo, Finales de Julio

Del último punto en adelante, sucedieron demasiadas cosas, tanto en el viaje, como posteriormente.

No valdría la pena, por falta de letras, tiempo y ganas, relatar tanto y cada día.

En breves palabras, el centro de Oaxaca es interesante, nada más; Monte Albán es bueno; las playas de Oaxaca son excelentes. Estuvimos dos días varados en la arena de Puerto Angel, una pequeña bahía enfrente de un pequeñísimo puerto pesquero, escondido y privado: Los pescadores, una señora que cocinaba delicioso, nuestra casa de campaña, las rocas altas y los clavados al mar, nadar entre los peces y corales, la paz y el olvido.

Después fué Chiapas, increíble y monumental. El cañón del sumidero desquiciantemente imponente, kayak en el rio Grijalva entre paredes gigantes de roca, caminata entre la selva, tirolesa entre los cerros, San Cristóbal sobre las nubes, la niebla constante en el camino, las artesanías, la lluvia y los indígenas, las ruinas increíbles y tan místicas de Palenque, los vendedores ambulantes, los "muertos" en la carretera, las cascadas de Agua Azul, la vegetación densa y las curvas infinitas.

Finalmente fue una semana en Monterrey. Las avenidas grandes, los edificios, la lluvia y las inundaciones, los bares y los martinis, la noche y los taxis, el olor a humedad y movimiento, el departamento y su inhabitable condición, el sillón y la tele de noche, la casa en los bosques de la loma, la despedida y una inquietante resistencia a volver a mi pueblo.