De vuelta a la tierra

Mazatlán nos dio el premio de "Baile amigo", seleccionado por votación del público. Me alegró el resultado, a pesar de que los jueces nos calificaron para un quinto lugar.

El viaje fué cansado desde que salimos hasta que volvimos; la van en la que viajamos se llenaba con maletas y la gentuza apretada, torcida en los intentos vanos de dormir plácidamente -solo se nos hinchaban los ojos, se alborotaba el pelo y el espinal sudaba la gota gorda-.

La primera noche hubo playa y caminata breve. Veníamos cansados y planeábamos dormir, pero la noche debilita los corazones y alarga, justamente, el desvelo de los amores cansados.

El sábado -segundo día- tuvimos ensayo de luces, sonido y escenario previo a la presentación del domingo. Al terminar hubo buena fiesta en la cafetería de la escuela con gente alocada sobre las mesas (después, el homólogo de Ramón en Mazatlán fué a reprimir al desquiciado alumnado). Por la noche, nuestro grupo tuvo junta; después la gente comenzó a caer dormida, mientras que otros armaban el plan de salida.
Yo salí. Me divertí salseando con la Basaldúa, la Andrea y la Luapa, pero la trompita en mueca de desacuerdo de la mini mujer me puso incómodo; ciertamente la mano tendida a una damita con carácter de este calibre no siempre va a ser tomada de vuelta con cariño.

...un día aprenderé a tener orgullo y dejaré de dar la mano, lo prometo.

El tercer día bailamos y ganamos. De nuevo el escenario me arrancaba una felicidad asquerosamente inmensa frente a los cientos de ojos puestos en nosotros que gritaban de emoción tras las primeras notas de 'Yeah'; finalmente la gente nos dio el premio de su voto. Al terminar, Guadalajara y Sonora Norte se felicitaron con orgullo mutuo, satisfechos del papel que cada uno había hecho; vinieron las fotos, los abrazos y los 'nos vemos en León'.
Más tarde, fiesta en el Sr. Frogs con muy buen ambiente, con Guadalajara, Mazatlán y nosotros, echando el baile, cenando rico y tomando fotos.
Y como no íbamos a dormir sino hasta que saliéramos rumbo a Hermosillo en la van, a las cuatro de la mañana, pues más tarde nos dimos la vuelta por el Valentino's; nos echamos poco más de la hora cuidando a las damitas de los ebrios abusones y los mirones malintencionados, así como paseando entre la barra libre y el bailongo.

Después volvimos a Hermosillo contentos y cansados.