Y así fué. La charla cambió a murmullos por varios minutos, donde se alcanzaban a distingir distintos nombres, lugares y horarios. Ya se había vuelto suficientemente sospechoso el interés del bigotón por saber de dónde había conocido a este sujeto, cuando ambos se movieron en silencio hacia la parte de atrás de la carreta; el gordo bigotón preguntaba con desespero y el sujeto respondía con tedio y desprecio.
Repentinamente, el bigotón caminó al carro tan ágilmente como su barriga le permitía y el pelón le pasó un maletín de plástico negro y orillas metálicas. Sobre la tapa del Stratus que estaba junto a la carreta, descubrieron una enorme cantidad de papeles.
- ¡No me chingues maestro! -arreciaba el ruidoso bigotón y el sujeto respondió con prisa entre murmullos nerviosos.
Repentinamente, el bigotón caminó al carro tan ágilmente como su barriga le permitía y el pelón le pasó un maletín de plástico negro y orillas metálicas. Sobre la tapa del Stratus que estaba junto a la carreta, descubrieron una enorme cantidad de papeles.
- ¡No me chingues maestro! -arreciaba el ruidoso bigotón y el sujeto respondió con prisa entre murmullos nerviosos.
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