Caldo de cultivo

13.9.05

Pasaría en un parque

Hace ochenta canciones un hombre venía arrastrando los pies sobre el cemento que ardía por los boulevares. Venía buscando una cruz que le diera consuelo porque la soledad le arañaba la sonrisa, porque tantos sueños tenía, que entre siesta y siesta se tallaba los ojos hasta que un día éstos se le borraron de la cara.

No venía buscando una mujer que le preguntara donde has estado este tiempo, cuánto tiempo me evadiste si es que nada te hice. Buscaba un experimento de imposibles, acariciarse la túnica hablando de la grandeza de los cielos, hablando de ceguera, del padre ausente y un cielo que es invisible e inasible desde aquí.

Venía buscando un poco de lástima, culposos que levantaran la mirada creyendo aliviar las penas de un ciego por prestar oidos desinteresados a la pena, como aquel que quiere lavar su egoísmo con falso altruísmo. Y cuando encontró un tumulto dispuesto a oirlo, les pidió cerrar los ojos y quedar en silencio. En breve y veloz movimiento, el hombre les comió las manos a cada uno.

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